Una cena de Nochebuena tan diferente

Ayer fue la primera Nochebuena perfecta de mi vida.

Por fin llegó el momento en el que coincidieron todos los factores para disfrutar de las fiestas navideñas como siempre he sentido en lo más hondo de mi ser.

A diferencia de lo que suele suceder en la mayoría de casos, nunca tuvo sentido alguno para mí celebrar las navidades según ciertas convenciones sociales que implican principalmente compartirlas con la familia.

Siempre me he preguntado: ¿Es la familia esa gente que conoces como tu familia consanguínea (abuelos, padres, hermanos, tíos, sobrinos...) en la infancia y la primera toma de conciencia, aunque sean unos verdaderos y auténticos desconocidos para ti, incluso extraños con los que no compartes ningún vínculo más allá de la sangre, o es la familia esa gente no consanguínea pero con la que tienes una gran afinidad?

Un servidor siempre ha tenido la respuesta a esta pregunta clara y tanto la sociedad como las convenciones tradicionales establecidas no han conseguido nublarle el juicio.

Para mí las navidades son unas fechas muy especiales de celebración íntima, donde, a diferencia de lo estipulado y establecido, siempre he necesitado desvincularme precisamente de las convenciones sociales, pues no son ni una celebración ni una alegría si no estoy cómodo, a gusto y con esas personas con las que comparto la mayor intimidad y confianza que, por descontado, jamás ha sido mi familia consanguínea. Ni tampoco la de mi mujer.

O tengo una confianza, una proximidad, unos objetivos vitales, una filosofía de vida, unos principios compartidos contigo a todos los niveles, o aunque llevemos la misma sangre no considero que seamos familia excepto por un detalle biológico irrelevante.

Para saber identificar el verdadero grado de parentesco y/o afinidad que tengo con alguien, siempre me he formulado una pregunta crucial: ¿Qué comportamiento tendría ante esa persona si no tuviéramos el grado biológico de consanguinidad? ¿Me comportaría como lo hago ante un desconocido más o me comportaría como lo hago ante alguien que aprecio y quiero sinceramente de verdad? Según la respuesta obtenida, actúo en consecuencia, más allá de esa estúpida (a mi juicio) convención anacrónica de "la familia lo primero" o "por mi familia mato".

Este agonizante año en su recta final, al que apenas le queda una semana de vida, sucedieron una serie de acontecimientos inesperados entre principios de mayo y finales de julio, que nos llevaron a cambiar radicalmente nuestra relación esencial con la familia de mi mujer. 

Y ayer celebramos la primera Nochebuena ambos juntos, nosotros solos, desde que nos conocemos, nos vinculamos afectivamente y decidimos compartir nuestra vida hasta hoy. 

De eso hace casi doce años, por tanto hemos celebrado once navidades juntos, siendo esta la primera que celebramos solos.

Pero no fue la única perfecta de toda mi vida por la exclusividad de celebrarla con el ser humano más importante y maravilloso que he conocido en 49 años de existencia que llevo a cuestas, sino porque fue la primera Nochebuena que pude comer disfrutando de una experiencia gastronómica digna de las mejores navidades, sin tener que hipotecar mi salud con una indigestión, un atracón, ni un empacho, pero tampoco comiendo 100 % saludable como si fuera un día cualquiera.

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