¿Qué pasó durante las navidades con la alimentación y el peso?
A dos días apenas de finiquitar estas navidades y tras cuatro días en el nuevo año 2025 ya es hora de hacer el balance sobre los resultados obtenidos.
¿Conseguí mantener "la línea" durante estas navidades tan diferentes a todos los niveles? No exactamente. Me salí, evidentemente, pero tampoco fue gran cosa. A grandes rasgos sí me mantuve.
Las navidades se caracterizan porque casi todo el mundo coge algo de peso debido a los almuerzos y las cenas. Los expertos discrepan en las cantidades, pero se manejan dos cifras: entre dos y cuatro kilos. Todo esto contando que no tengas un trastorno de la conducta alimentaria, especialmente TA (como ha sido mi caso, aunque llevo casi dos meses sin un solo atracón).
Normalmente todos los años por Navidad he cogido como el doble o el triple del peso estipulado. ¿Y este año? Este año también he cogido algo de peso, aunque nunca había sido tan poco: 100 gramos.
Solo comí un poco de dos tipos de queso (provolone y raclette) en la cena de Nochebuena y fue únicamente para estrenar la raclette que mi mujer había comprado en exclusiva para esa noche especial. El resto de las navidades también comí bastante seitán (gluten de trigo), tofu y tempeh (granos de soja cocidos y fermentados en forma de rollo compacto). Como aperitivo consumí alga nori frita, mi aperitivo favorito, en las cenas de Nochebuena y Nochevieja. Brindamos ambas noches con refresco Bitter Kas de bebida (ya que no bebemos alcohol nunca). Y el único dulce que comí (la primera vez que me sucede, pues soy un gran adicto a los dulces, ocasionándome la mayoría de problemas con el peso y la salud, en especial la pérdida de la mitad de la dentadura desde la adolescencia y la juventud) fue un pequeño trozo de turrón blando de Jijona en Nochebuena. Al no comprar un turrón de calidad antes, se me echaron finalmente las navidades encima y solo pude comprar un paquete de Antiu Xixona que venden en Mercadona, pues, como era previsible, todo el mundo arrasó con los turrones. Estaba incomestible: seco, tieso y sin el sabor peculiar del turrón. Parecía estar hecho de harina de trigo con azúcar, en lugar de almendras tostadas y miel. Lo tiré a la basura. También tenía un paquete de higos secos y otro de dátiles desde noviembre guardados en la nevera para la ocasión (por primera vez en mi vida), pero en ningún momento me apetecieron. Aparte de lo citado, seguí comiendo a base de verduras y frutas.
Aunque a grandes rasgos comí mayores cantidades pero sin llegar a un solo atracón, lo cual explica que haya ganado 100 ridículos gramos de peso, en lugar de seguir perdiendo peso. No está nada mal para unas navidades diferentes.
Y para finalizar, aunque no hay evidencia científica que sustente su uso a nivel preventivo (mucho menos curativo), decidí dar comienzo, tras entrar en los tres meses de invierno, a una intervención "fitoterapéutica" con cápsulas de Ginseng Rojo Coreano al 30 % de ginsenósidos y Equinácea al 4 % de polifenoles. Supongo que aquella rinitis seca ha provocado un trauma psicológico que todavía no he superado (a pesar de llevar ya casi un mes recuperado) y mi cabeza se ha querido acoger a su pasado naturista, recurriendo a la "fitoterapia" en plan "por si acaso". Con la Equinácea no he notado nada, como era previsible, pero con el Ginseng sí me noto con mayor energía y buen humor, durmiendo algo mejor. Faltaría saber si es por añadir ginsenósidos a mi cuerpo o por el efecto placebo, ya que se trata de valores muy subjetivos.
Aunque lo verdaderamente importante ha sido implementar conductas higiénicas que antes tenía descuidadas, como lavarme las manos con frecuencia o usar gel hidroalcohólico a menudo, junto con el lavado nasal cada mañana, gárgaras con enguaje bucal y la pomada intranasal.








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