Las extravagancias del doctor Kellogg en nombre de la salud
Hace unos años leí un par de libros de Barbara Ehrenreich que me ayudaron mucho a reflexionar sobre no pocas cuestiones, destacando entre ellas los temas de la salud, las pseudociencias, la autoayuda y ciertas creencias muy populares pero infundadas.
Barbara Ehrenreich (1941-2022) fue una ensayista y activista social estadounidense que escribió varios libros significativos sobre diversas problemáticas sociales en Estados Unidos, centrándose al principio en los trabajos poco remunerados y las clases más desfavorecidas, donde hizo una investigación de primera mano. Pero debido a una situación personal adversa y lo que experimentó durante su periodo de recuperación cambiaron sus intereses y se dedicó a investigar y escribir sobre dos temas concretos: los peligros del pensamiento positivo y nuestra obsesión por la salud.
Allá por el año 2001, cuando Barbara tenía 59 años, le diagnosticaron un cáncer de mama. Su cáncer fue provocado por las mismas medidas preventivas que, se supone, debían evitarlo.
Entonces se enfrentó a uno de los movimientos ideológicos más tóxicos pero populares que existen: la autoyuda y su obsesión sin fundamento con el pensamiento positivo.
Cuando Barbara experimentaba sus comprensibles enfados todo el mundo le decía que debía ser positiva, optimista y enfocar la enfermedad con una sonrisa si quería curarse, además de tomar su cáncer como un "regalo" del universo. Evidentemente estas creencias infundadas no solo fueron incapaces de ayudarle, sino que le frustraron y enfadaron todavía más.
Finalmente, tras unos años con quimioterapia y tratamientos oncológicos, superó su cáncer de mama, estando muy enfadada durante todo el proceso de recuperación.
Aunque Barbara decidió dedicarse finalmente a la política y el activismo social en lugar de a la investigación científica, no obstante obtuvo un doctorado en biología y se especializó en inmunología durante su formación académica previa.
A partir de esa experiencia con el cáncer escribió un excelente libro donde estudiaba los orígenes religiosos calvinistas y puritanos del pensamiento positivo, haciendo un análisis crítico exhaustivo de las creencias que lo sustentan y la realidad de sus referentes partidarios que viven de ello, en contraste con las verdaderas realidades de los creyentes que intentan aplicar esas creencias en su vida cotidiana.
En su último libro, publicado cuatro años antes de morir, dejaba en evidencia cómo nos estamos matando en el furibundo intento obsesivo por vivir más. Se trata de otro excelente libro como los que escribía esta lúcida e ingeniosa ensayista.
Pero tras la extensa introducción que me ha salido del "alma", pasemos al quid de la cuestión.
¿Has oído hablar alguna vez del doctor Kellogg?
El doctor Kellogg se volvió popular a finales del siglo XX cuando, en 1993, el escritor estadounidense Thomas Coraghessan Boyle publicó una novela satírica titulada The Road to Wellville. Al año siguiente se estrenó la adaptación cinematográfica de título homónimo, rodada por Alan Parker e interpretada brillantemente por Anthony Hopkins en el papel del doctor Kellogg, Matthew Broderick y Bridget Fonda. En España ambos productos fueron traducidos como El balneario de Battle Creek. Aunque tanto la novela como la película adaptada son obras de ficción en clave de sátira, no obstante están basadas en la realidad del extravagante doctor Kellogg y sus estrafalarias ideas especulativas pero mayoritariamente erradas sobre la salud.
Pero... ¿Quién fue el doctor Kellogg?
John Harvey Kellogg nació el 26 de febrero de 1852 en Tyrone, Michigan, Estados Unidos y falleció el 14 de diciembre de 1943 en Battle Creek, Michigan, Estados Unidos. Fue un médico, inventor y empresario estadounidense dedicado al desarrollo de una serie de creencias pseudocientíficas asociadas a la salud.
Su invento más popular son los copos de maíz (corn flakes en inglés), derivados de la obsesión que tenía por encontrar una alternativa saludable al desayuno estadounidense típico en la época, donde la mayoría de gente desayunaba a base de carne en diversas preparaciones: fría, en gelatina o frita. Por descontado que los copos de maíz son un producto comestible ultraprocesado muy lejos de ser saludable, vayan azucarados o no. Por tanto nunca fueron mejor alternativa para los desayunos estadounidenses que el típico desayuno clásico.
Al menos durante parte de su vida fue cristiano adventista, aunque parece ser que acabó siendo expulsado. Derivado de esas creencias religiosas dirigió durante muchos años el sanatorio de Battle Creek, fundado por miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los adventistas son de los pocos cristianos protestantes que promocionan activamente el vegetarianismo y la vida saludable asociada al naturismo. No todos pero una parte significativa de adventistas son vegetarianos. De ahí que el doctor Kellogg encontrara su lugar en el sanatorio de Battle Creek, donde pudo aplicar a voluntad sus creencias, destacando principalmente una dieta ovolactovegetariana y una serie de procedimientos muy populares en el naturismo pero equivocados.
El procedimiento más conocido, popular y usado obsesivamente por el doctor Kellogg en sí mismo y sus pacientes era el enema o lavativa. Aunque durante muchos años se creyó (y tanto el higienismo como el naturismo lo promocionaron activamente) que se trataba de un procedimiento saludable y adecuado para limpiar los intestinos de "toxinas", luego se ha demostrado con la evidencia científica que no lo es, excepto en casos extremos o graves de estreñimiento u oclusión intestinal y solo usándose para desobstruir momentáneamente, pero ya. Usar enemas o lavativas con agua y sal o infusiones de hierbas o café o yogur (como le gustaba al doctor Kellogg) frecuentemente, lo único que hace es alterar la microbiota intestinal y puede generar diversos problemas de salud en lugar de resolverlos. Es, por tanto, un procedimiento obsoleto y arriesgado para la salud, en lugar de ser algo supersaludable, como mucha gente sigue creyendo, derivado de las especulaciones establecidas por autores como el médico alemán Max Gerson (1881-1959) o el naturópata también alemán Andreas Moritz (1954-2012).
Tal vez el aspecto más descabellado y delirante del doctor Kellogg eran sus creencias religiosas ultrapuritanas sobre la sexualidad (destacando la masturbación), aplicadas a la salud. Según sus opiniones personales reflejadas a la perfección tanto en la novela de Boyle como en la película de Parker, tener sexo o mucho peor, masturbarse, era la causa de una amplia cantidad de enfermedades y trastornos. En este caso la sátira es fiel a la realidad. Por descontado que casi sobra decir que esta idea sonrojante y totalmente obsoleta no tiene ningún fundamento a nivel alguno, sino todo lo contrario y muestra a la perfección el funcionamiento operativo de la pseudociencia: alguien cree en algo y se inventa una serie de razonamientos falaces aplicados al área que decida aplicar, especialmente la salud, la alimentación o las enfermedades, pero sin evidencias, pruebas ni hechos más allá de su propia autoridad. Ser médico, biólogo e incluso Premio Nobel, no es suficiente (como vemos a menudo) para afirmar lo primero que se nos ocurra si no tiene respaldo más allá de nosotros mismos y nuestras afirmaciones, como hemos visto en el caso de eminencias en sus respectivos campos, que han dicho cosas sin fundamento, destacando en los últimos años a Luc Montagnier (1932-2022) o Kary Mullis (1944-2019) entre otros.
De todas formas el doctor Kellogg sigue siendo conocido popularmente por haber inventado los copos de maíz para el desayuno, junto a su hermano William Keith Kellogg (1860-1951). El descubrimiento fue en realidad accidental, mientras ambos hermanos investigaban la manera de crear un desayuno saludable basado en cereales. Al principio probaron una combinación de trigo, avena y maíz horneada a altas temperaturas. Un día que tuvieron que ausentarse, la mezcla se convirtió en una masa alargada y compacta. La cortaron en pedazos y empezaron a venderla con el nombre Granola. Vendieron miles de kilos el primer año y patentaron ese producto el 14 de abril de 1896, pero ahí empezaron sus problemas legales y personales, pues John lo patentó a su nombre, sintiéndose muy molesto Will.
Dos años después, en 1898, crearon su primer lote de copos de maíz y lo vendieron bajo el nombre comercial de Sanitas. Entonces a John dejó de interesarle el negocio de los cereales y su hermano Will fundó la empresa Battle Creek Toasted Corn Flake Company en 1906 para seguir con el negocio por su cuenta, pero John le demandó por un uso fraudulento del apellido Kellogg y tras un largo enfrentamiento legal, ganó Will en 1920, fundando una nueva compañía: Kellogg's Corn Flakes. En la actualidad, un siglo después, esa empresa es The Kellogg Company, una compañía multinacional del sector agroalimentario, conocida popularmente como Kellogg's y dedicada a grandes rasgos a la insaludable producción y comercialización de productos comestibles ultraprocesados, destacando los mal llamados "cereales para el desayuno".
¿Debido a qué motivo principal se enfrentaron judicialmente durante años los dos hermanos Kellogg, John y Will, para no volver a hablarse jamás en la vida? Pues el motivo fue porque Will decidió añadirle azúcar a los copos de maíz y John se negó rotundamente. Es curioso lo que puede dar de sí la obsesión con la salud, la pseudociencia y las creencias equivocadas.
Aunque en ese caso John tenía razón, no obstante, no añadir azúcar jamás hubiera convertido (ni convierte) a los copos de maíz en algo saludable.
Mi conclusión es interesante: la obsesión del doctor Kellogg con la vida sana y encontrar una alternativa saludable a los desayunos estadounidenses (y anglosajones por extensión) muy insaludables, le llevó a crear un producto como mínimo igual de insaludable, convirtiéndose, junto a su hermano, en el pionero de los sucedáneos comestibles ultraprocesados que hoy ocasionan la epidemia de obesidad y promueven todo tipo de trastornos metabólicos, destacando las enfermedades cardiovasculares como primera causa de muerte en el mundo. Ehrenreich dixit.
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