La mejor forma de empezar una comida
Comer de manera verdadera y objetivamente saludable según la evidencia científica que tenemos disponible desde hace tres décadas es fácil (muy fácil) en la teoría ideal, pero luego se vuelve difícil (muy difícil) y complicado en la práctica real.
Esto sucede por dos motivos. El primero es por la disponibilidad incorrecta, excesiva y barata de estímulos insaludables, basados en productos comestibles ultraprocesados principalmente, que parece comida pero no lo es, aportando, a grandes rasgos, "calorías vacías", y que para vender y mantener esas ventas multimillonarias a diario la industria alimentaria usa todos los recursos a su disposición para desinformar y crear confusión. Ello implica que no sepamos ya diferenciar correctamente qué es saludable y qué es insaludable. El segundo es porque nuestras papilas gustativas están "desprogramadas" por sobresaturación de estímulos palatales inadecuados: sal, azúcares añadidos o libres, edulcorantes y potenciadores del sabor. Si los productos comestibles ultraprocesados no contuvieran la cantidad de aditivos que contienen serían básicamente incomestibles.
Por tanto hay que desegañarse ya: no nos alimentamos mal porque los productos comestibles ultraprocesados sean más sabrosos, sino porque hemos perdido la capacidad palatal para reconocer los sabores verdaderos de la comida (entendida como alimentos saludables). Ese es el motivo principal.
También existe el problema de la información incorrecta. Para saber orientarnos mejor debemos empezar con una pregunta: ¿Qué es objetivamente necesario para nutrirme y qué no lo es? A partir de ahí descubrimos que hay alimentos de tres tipos: saludables, neutros e indaludables. Lo interesante será ir tomando decisiones cada vez más cercanas a lo saludable y más alejadas de lo insaludable con la comida, pero mucho más importante será erradicar los productos comestibles que parece comida pero no lo es. Esto representa algo bastante complicado en la actualidad pero se puede conseguir.
Conseguir un cambio esencial en nuestra dieta para abandonar los productos comestibles ultraprocesados y los alimentos insaludables tendrá que ver con cambiar los hábitos palatales. Es tan sencillo y al mismo tiempo tan complicado como esto, ya que todo lo que decidimos ingerir debe pasar por las papilas gustativas y el olfato. Más que gustarnos o disgustarnos cierta comida, en realidad es una cuestión de hábitos y los hábitos se establecen mediante la repetición.
Para empezar a modificar nuestros hábitos alimentarios y recuperar la correcta identificación palatal de los sabores será muy importante pasar días sin exponernos a la ingesta de sal, azúcares añadidos y libres, edulcorantes o potenciadores del sabor. Al principio es muy posible que los alimentos saludables no nos sepan a mucho, incluso lo notemos todo soso. La técnica infalible es comer solo cuando tengamos mucha hambre, esperando un poco más de lo habitual.
Los alimentos 100 % saludables son:
- Lo primero: frutas frescas sin procesar ni cocinar.
- Lo segundo: verduras de todo tipo, crudas y/o cocinadas.
- Lo tercero: frutos secos crudos o tostados sin sal.
- Lo cuarto: legumbres cocinadas sin sal.
- Lo quinto: cereales integrales en grano o procesados cocinados sin sal.
- Primera pauta: añadir verduras a todos los platos.
- Segunda pauta: de beber solo agua potable.
- Tercera pauta: de postre solo fruta.
He aquí un ejemplo personal que me encanta: lechuga, tomate y cebolla cruda, todo ello cortado a trozos pequeños; zanahoria rallada; alubias blancas; trozos de tofu cortados a dados (opcional) y unas pocas aceitunas (opcional).
Otra opción es con los mismos ingredientes pero sustituyendo las alubias blancas por espirales de pasta integral.
A partir de esta idea cada cual puede innovar ideando sus propias ensaladas, usando como aliño preferentemente AOVE.


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